¿Cómo trabajamos en Psicología y Nutrición Retiro?

Porque un trastorno alimentario representa a menudo una pérdida de salud, con consecuencias físicas importantes que ocurren por un déficit nutricional y un grave desequilibrio de nutrientes, incluyendo una pérdida de vitaminas y minerales asociada a la disminución de la ingesta dietética; todo ello ligado a un mal estado psicológico, donde nos encontramos con un gran déficit funcional a la hora de resolver dificultades emocionales, problemas rutinarios y conflictos interpersonales.

Se ha demostrado, de forma científica y clínica, que el tratamiento en cualquier trastorno de alimentación ha de realizarse desde una perspectiva integradora, abordando tanto el riesgo físico existente y su repercusión en el estado nutricional, como el riesgo psicológico y su sintomatología asociada.

Se trabajará en restablecer y mejorar todos los aspectos psicológicos y emocionales derivados del trastorno y aquellos que durante los años hemos adquirido como funcionales o adaptativos cuando en realidad no lo son. En muchas ocasiones tenemos de desaprender lo aprendido. Se trata de cambiar de vida, de hábitos sostenibles y duraderos en el tiempo, donde principalmente voy a ser capaz de recuperar el control de mi vida, “soy yo quien decide, no todo lo que me pasa alrededor”

Los trastornos de la alimentación son enfermedades en las que ha de restablecerse la salud tanto a nivel físico como emocional, la gestión de las emociones es la parte más importante del tratamiento de esta enfermedad.

En la mayoría de los casos, la alimentación o el problema con la comida es el síntoma de la enfermedad, que esconde un origen emocional sustentado en la falta de autoconfianza y autoestima.

Sin embargo, este síntoma ha de ser tratado conjuntamente al factor emocional, ya que, si no lo hiciéramos, estableciendo un ejemplo fácilmente comprensible, podríamos estar esperando la desaparición de un virus, sin tratar la gripe y la congestión asociadas, síntomas provocados por el mismo.

Por ello, nuestra labor es la de guiar y ayudar al paciente a retomar su relación con la comida – mente – cuerpo, paso a paso, de forma estructurada, previniendo las recaídas, y lo más importante, restableciendo la salud perdida que, a veces, puede llevar a un déficit nutricional severo provocando la muerte.