Si nos paramos a pensar en las emociones que podemos llegar a sentir a lo largo de un día, no nos cabrían en los dedos de la mano. El problema está en que en muchas ocasiones no somos capaces de reconocer dichas emociones, no sabemos identificar que estamos sintiendo, y por lo tanto no sabemos expresarlo adecuadamente, influyendo directamente en nuestro modo de relacionarnos con los demás.
Aprender a identificar y gestionar mis emociones se convierte en una herramienta imprescindible a la hora de relacionarnos correctamente con nosotros mismos y nuestro entorno, por ello, trabajar en inteligencia emocional resulta fundamental durante la adolescencia.
De las 6 emociones primarias (Alegría, ira, tristeza, sorpresa, miedo y asco) nacen otras 20 secundarias, las cuales nos permiten interpretar la realidad que nos rodea de una forma más o menos adaptativa, según las experiencias vitales que han configurado nuestros esquemas de interpretación.
Además, para aumentar mi inteligencia emocional resulta fundamental validar nuestras emociones, tanto las que nos resultan más agradables de transitar como las que menos, por ejemplo, el miedo o la tristeza.
¿Por qué llorar nos da vergüenza? ¿pasa algo si me ven los demás llorar? Estas dos preguntas retumban a menudo en nuestra cabeza cuando aparece esa emoción, y no dejamos que se fluya, seguramente por la creencia irracional de que nos muestra débiles ante los ojos de los demás.
Todas y cada una de las emociones tienen un cometido: Alertarnos de que algo está ocurriendo, por lo que todas son igual de importantes y merecen ser escuchadas y validadas.
El auto conocimiento supone un pilar fundamental para empezar a escuchar mis necesidades a través de mis emociones y poder actuar en consecuencia para aumentar mi bienestar.
La impulsividad, la impaciencia, la necesidad de control, la baja tolerancia a la frustración, la irritabilidad, la ansiedad y los problemas de control de la ira, son algunas de las consecuencias directas de una gestión emocional inadecuada.
Que aún no sepas cómo gestionar tus emociones no significa que no puedas aprender a entender cómo te sientes y porqué, generando respuestas más adaptativas ante las circunstancias de la vida.
Además, el desarrollo de la inteligencia emocional resulta fundamental para trabajar la autoestima, aumentando nuestra capacidad para evolucionar y modificar aquello que nos genera malestar.
Como decía Goleman “todos nosotros tenemos dos mentes, una mente que piensa y otra mente que siente, y estas dos formas fundamentales de conocimiento interactúan para construir nuestra vida mental”.
Por lo tanto, las sesiones terapéuticas se enfocarán desde el autoconocimiento y la gestión emocional, con el objetivo de potenciar los atributos del individuo y aumentar su bienestar.
Entendemos las emociones como reacciones que experimenta la persona ante estímulos externos e internos, las Personas Altamente Sensibles (PAS) perciben y reaccionan a dichos estímulos de una forma más intensa.
El 20% de la población mundial poseen este rasgo de personalidad, que se caracteriza por:
- Una mayor profundidad y complejidad a la hora de procesar la información.
- Tendencia a la sobreestimulación o saturación sensorial.
- Vivir las emociones intensamente.
- Experimentar mayor sensibilidad a los cambios del entorno, tendencia a soportar peor olores, luces o sonidos intensos, y mayor sensibilidad al dolor físico y emocional.
Si estás interesado en inteligencia emocional y quieres que un profesional te ayude a potenciar todos tus recursos emocionales, no dudes en contactar con nosotros. Desde Psicología y Nutrición Retiro, estamos seguros de que podemos darte el resultado que buscas.